Esta mañana desde la plaza de las Palmeras hemos salido cinco personajillos camino de Vacarisses.
Allí se celebró la 5ª Ed. de la Cursa de la Campana.
Si hay alguno que no lo sepa, esta cursa es de 14,5 km de montaña de nivel de dificultad bajo y sin tramos técnicos, ideal para todo aquel que se quiera iniciar en las cursas de montaña.
Desde el CASAB hemos ido el Txus, Toni, Josele, Ñito y yo.
Esta vez he madrugado y cuando pensaba que sería el primero en llegar a la plaza cuál ha sido mi sorpresa al ver allí a Toni (lo habrán hechado de casa?).
Como siempre ha sido, esta cursa no me ha defraudado. A pesar del dolor de rodillas que tengo últimamente el ser un recorrido sencillo me ha ayudado a sobreponerme al dolor y acabar en medianas condiciones.
El Toni llegó uno o dos minutos después de mi, señal de que está en muy buen estado de forma, jejeje.
Ñito? Bueno, pudimos compartir los primeros kilómetros juntos pero luego pasó de mi y se fue a buscar buenas mozas delante del pelotón. Yo me conformé con lo que tenía delante de mi.
Allá por el km 7 iba pensando en que Josele y Txus ya se estarían duchando cuando veo que por detrás se acerca una camiseta roja cuyo dueño venía silbando y mirando el maravilloso paisaje que las montañas de Vacarisses nos ofrecía. Era el S. Bernardo de Josele con una botella de agua ofreciéndome avituallamiento en movimiento. Tras negarle el agua tres veces, me dejó de lado y se fue para adelante. Y con él el Txus, que con el pantalón todo mojado me pasó volando (y digo yo, ¿a santo de qué le miraba yo el culo a Txus?).
Y después de algunos tomarse la butifarra, la cerveza, la sandía, el helado y otros guardárselo en la bolsa que luego se la llevaría otro, nos fuimos a la ducha y tomar un refrigerio en el bar de la piscina.
Lo que continúa en el tiempo, ya lo dejo a la imaginación de todos los lectores.
Hasta la siguiente.